Se deshojan los pétalos azules
en umbra que oculta el tiempo...
Tormentosa voz que destapa
y ofende la sed del alma.
Amargo verbo, firme y áspero
se ata y anida a la piel.
Y yo, me desarmo. Aun asi...
Fluyo y escampo entre tu boca
y el ardor de mis labios.
Añiles besos
en este infierno
dibujando refugios entre tus senos
suspirando en hacernos luz...
¿Temblará el suelo bajo mi lecho?
De tu piel a mi piel, cobijo eterno
ánimas de fuego: Azul penumbra
bajo el encanto oscuro...
Del resentimiento.
Y nos vencieron
las horas gastadas
gota a gota...
Entre tu cuerpo y el mío.
Nos llovieron olas
como río mojando
todas las madrugadas.
Se hace eco la noche ensoñada
para llenar este vacío en la piel
que nos quite el frío
y a besos de añil destierre
las marejadas.
Más...
Con dulce savia nos bendecimos
entre dos volcanes y el paraíso.
Del infierno...
El fuego nos bebimos,
y el tiempo aconteció fiel sumiso
entre tanto, tanto nos tuvimos.
Mientras entonces...
El amor se desenredó sin permiso.