A veces...
El tiempo pasa tan y tan lento
que en su infinito: El dolor no olvida.
Ni más lento o más ligero así pasa
y dormita en este ensueño...
En esos senos durmientes que anidan
de por fuera en cada aliento...
Cada sueño que se sueña.
Cada gemido, cada sentido...
Como una antorcha casi ardida,
así se extingue el tiempo en silencio
sin poder decir estas palabras
durmientes en el rincón de mis latidos.
Tal vez recaude a mis labios
el versar los sentidos...
Aunque entre rimas estén tallados
jeroglíficos descifrados donde
se esconda el verbo conjugado
oscilando y anidando en cada estancia.
Aruñando el por donde sus motivos.
Su sombra esta tallada con el fuego
ardiente sobre la piel hecha anhelos
bajo esta mente de recuerdos
que olea el corazón al viento...
Y tal vez se reseque
entre el metacarpo y las falanges
de mi mano y las alas mojadas
de una cicada enterrada por siete
años setenta veces bajo el pecho
del destino: Y si en silencio no le grita
soledades no es por no sentir el quejido...
Sino por no partirme en mil pedazos:
En regocijo.