Quizás
se esconde mi mente
entre
las nubes pálidas
de
un azulado cielo…
En
su silencio, que en el papiro
la
tinta es roja en el dolor
del
tiempo.
¿Y
mis versos a dónde van?
¿Dónde
se esconden ellos?
¿Dónde
las letras
de este abecedario…
¿Para
escribir el soneto?
Si
no se acensan de la garganta
las
palabras sus cantares al resonar
las
cuerdas vocales.
Silencioso
el gemir
a pesar de las horas en calma.
Las cosas pretenden ser
una
cosa o la otra.
¿Dónde duerme la musa?
En
una vitrina silenciosa,
sin
el reflejo de su sombra…
Se
hace invisible
a los ojos del mundo
que
le mira en ausencia y quedan
acumulados
los verbos en el olvido
como
gorriones en sus nidos prendidos
a
las ramas del tiempo.
Se
impulsan al viento con los versos
en
sus alas abiertas. Flotan al universo.
Le
hablaran solo a la voz del viento,
al
oído de mis albas rosas...
Que en celos se esconde en el pecho
del
destino guardado en el risueño
cantar
de mis versos.