En mi boca…
el agua del
oasis
se torna corsa
sal.
Bebo y bebo,
sigo sediento.
Con mis pies
descalzos
llego al borde
del abismo
donde la neblina
cubre
a lo más pequeño…
Donde hay más
aves rapaces
que luceros en
el cielo.
¿Dónde están
aquellas nubes
viajeras de invierno?
Podrás lanzar
arena
a mi parpadear,
esconder tu alma
detrás de los
abrojos,
arrancar mis
sarmientos.
Podrás podar mis
blancas
azucenas, negar
el sabor
de mis labios.
El calor de mis
besos.
De espaldas sobre
arenas
cierro mis ojos.
Mi esperanza...
Supera mis enojos mas alla
de los
nubarrones lejanos.
Aun así, mis
viejos sueños floran
ingenuos y
traviesos.
El silencio ensordece
mis versos,
hay una muralla entre
nosotros
elevada con
rocas de hastío,
un concavo espejo sin reflejo.
En un hueco, las
cenizas
al fuego incinera
mi ego
y quizás…
Mis rimas no
significan
nada en ningún
idioma.
La magia está en
coma.
¿Dónde quedo la
magia?
Quizás en algún
milagro
perdido de un alma:
Malherida.
Aunque me duela
la nostalgia y de vértigo
me
maree este carrusel
sin sentido quizas debio
valer la pena…
Lo vivido.