Te diría adiós…
Adiós una y mil veces.
Adiós vestido de verdes,
de azules opacos
y rojos brillantes.
Adiós pronunciado en todos
los nombres en todos los tiempos.
De pájaros que muerden el viento:
Un adiós conjugado imposible
sobre la sílaba negada al
destino.
Le he dicho al tiempo
que me deje en paz.
Ya no quedan auroras
que me interesen ni espero
un beso del viento.
Ya he recorrido
el camino de vuelta,
girando hacia todos lados
y te he visto como si fueras
un mar que no comprende
que siempre muere en la arena.
Arriesguemos todo,
antes de que llegue el olvido
y barra las benditas ilusiones.
A que el tiempo golpee
la ventana de la vida como aviso
de lo finito y se haga la noche.
Antes de que no recordemos
lo que pretendimos ser y todo
se convierta:
En espejismo.
¿Por qué las palabras no llegan?
Se esconden tras la sombra
de un tiempo soberbio.
Burlándose de mi obligándome
a caminar un regreso imposible.
¿Por qué te llevaste las palabras
que jamás fueron tuyas?
Hemos perdido la avaricia
de las palabras por bailar
sueños de almas desnudas.
Saltamos sobre deseos
que jamás fueron amores
por perseguir lo imposible
con el deseo:
De un sueño.
Deja que la soledad tatué
mi piel curtida y desnuda.
Hostiga mi alma como las uvas.
Lléname la boca con su licor.
Sórbame a tragos
cortos y lentos. Saborea...
La compañía de mi soledad.
Sabrás entonces como te ame.
Como mi piel se estremecía
en tus brazos.
Sentirás el rugir
de mi palpito latir:
Realidad por intentar vivir
lo que ocultamente no existía.
¿Qué fuimos?
Sino héroes de barro
al borde de una destrucción
construida sobre las palabras
que no recalcamos decir.
Incido tras la luz que traspasa
la imagen de las sombras.
Y siento, el destello reflejar
el calor que de ella emana
cuando su ardor me incinera.
No, me resisto al hechizo
que el arrope que deja
en el alma cuando se me acerca.
Inolvidable quiero ser para
la imagen oscura que sobre
mi cuerpo el alma opaca
escondiendo el corazón
tras la espalda para proteger
la
venida vida frente
a las llamas y
olas del mar.