(…) ¿Y mis
letras?
Se hilbanaban gota a gota
dislumbrando los segundos
de intimidad infinita entregada
entre tus brazos volviendo
a ser un difuso opaco reflejo
en el
espejo de lo que fue
un dia aun cuando te
tuve:
Sin tenerte (…)
Maria Cristina
He aquí:
Este
sordomudo estruendo,
rugido que sollosamente
atormentase mi hostigada
alma haciendo ensangrentar
el deseo en la piel desahogando
en besos mis huecas heridas
y en lágrimas mis cicatrices
cubiertas de desengaños
Me duelen los
labios:
De no poder sorber tus
besos...
Esos que invente de mis labios
para seducir el ardor de tu boca.
Su sabor se iba
disipando
en una enorme soledad censurada
en un vacio alluandole al silencio.
Y con el:
Se borraban insipidamente
las heridas y cicatrices
forjadas por el tiempo
haciendo estragos
las promesas selladas
por tus
labios:
Me dolías.
Vacios arados surcos cavados
por tu
voz arropando con su manto
la piel del alma al oir la luna
desterrar
su luz sobre mi estancia...
Y me dormí en la
espera
añorando su destello
al reprobar el
sabor
de tu piel en añoranza.
Me inundaban las
caricias
prohibidas en el vacio
palpito en mi pecho...
Quise beber de tu
aliento
y me trague tu
ausencia.
No pude pedirle al alba
que arropase tu
faz.
No pude desatar la
soga
que anudaba tus huellas:
Rencontré solo melancolía.
Verbos y letras
que escribían
al olvidar los dulces
recuerdos.
Y...
Me ardieron los
labios
por no sacearme de
tus besos.
Aun así, desperté
nuevamente
con una sonrisa
entrando
por las puertas entre abiertas
del ocaso de mi vida.
Despertó la noche
tu nombre
con mis deseos de
tenerte.
Cabalgando tu voz
por todas mis venas,
desperto la opaca luz
de mi universo
intentando
robar todos mis sentimientos
escalando mis absolutas pasiones.
Y pensar que lo
lograbas:
Al recordarte.
Se quemaban
mis labios
en tus senos
encendidos
con anhelos de
ardientes
sensaciones.
Forjé entonces
tu cuerpo con mis
besos,
acomodándome otra
vez
entre tus senos…
Y desperté
despierto:
En el recuerdo.