Cuando el frio yerma,
la fe se pierde entre el silencio
y soledades, a que se aferra?
¿Para no caer el ave en vuelo?
A una absurda indiferencia
en la nada despredida de su suerte.
Como una alimaña desgarrada
trata y se ata a la vida. Aun al corazón
que de suerte palpita en su pecho…
Que una vez moro abrasando sordamente
mis versos dejando que al viento desgarrase
con sus trenzas la piel de mis sueños.
Y que mi mundo se disrúmbase
cayendo al abismo de mis ilusiones,
quedando bajo los lagos de sal y arena
ante el parpadeo de mis albas rosas
y los azules del cielo que madrugando
cedía paso a mis noches oscuras.
Desterrando las sombras que indagaban
y navegaban en mis heridas abombando
el manantial de palabras que fluían
de mis versos pronunciando tu nombre
bajo el sagrado manto del olvido
pasando a ser cruel montaje
envuelto de intolerancia los silencios
de este hombre…
Que te resguardaba en su alma…
A Ti, mujer, como su único Credo.