¿Por qué quieres...
Siempre ciega y obstinada
seguir las sendas de los reprobados?
Se dice que en el mundo no es posible
seguir un camino tan inflexible:
Que tu vida de afán no te consiente
imitar santidad tan eminente.
Como si Dios no nos hubiera dado
senderos propios para cada estado.
Como si en el mundo, por lo mismo
que es un caos fatal, un ciego abismo
de pecados, dudas y desencanto sonó.
No fuera más preciso
pretenderse santos.
Dicen que los caminos se caminan,
que tu vereda es áspera y penosa.
¡Mas ay! tú sufres insensibles penas.
Y con ellas incáutate condenas
que, de ellas...
Uno mismo no se perdona.
¡Y qué! ¿pretendes tú,
sin que te cueste,
tener lugar en la mansión celeste?
¿En el reino del Divino Cristo
hallar entrada
sin que te deba nunca cuesta nada?
¿Y qué puede costarte, cuando esperas
por pocos males, dichas verdaderas?
¿Cuándo miras a Cristo crucificado
a quien tu salvación tanto ha costado?
¡Qué! ¿no quieres entrar con él aparte
por aliviarle un poco, o por salvarte?