Démonos todos los ocasos
y acuéstate en este amanecer
sin alba. No existe el silencio,
lo busco por tu cuerpo
y no lo encuentro;
no existe.
No tiene sentido buscar
las tonadas y tumbas,
observar la canción mientras
no bailamos, al no sabernos
las notas del olvido.
El tiempo es una herida
que golpea la ventana.
Te delineas los labios,
con un gesto inédito.
Algo parecido a un final
eterno y, sin embargo
una leve caricia que rasga
lo efímero tan hermoso,
tan caótico, tan caprichoso,
el besar tus labios…
Apartando con mis dedos
las raíces de tus miedos,
sin saber si fue el último suspiro.
Quedarnos preñados
del olor del otro,
parir lunas de soledades
sin querer saber nada del otro.
Por eso…
Démonos todos los ocasos
y acuéstate en este amanecer:
Sin alba.