Grave, nuestro amor...
Callada aquella noche
frescamente umbría.
Polvorosa de estrellas
que rujía cual profunda cascada.
Con la íntima dulzura del deseo
abandonó a mis labios tus sonrojos.
En delirados de sombra
vi en tus ojos la embebida
aseidad del beso…
Tu boca.
¿Recuerdas?...
Más de esa noche amorosa
la lumbre de tus pupilas.
El aliento de tu boca entreabierta…
Enardecidamente perfumada,
como un botón de magnolia.
Quedo como una huella...
¡ay! para toda mi vida
¡Escritas en la memoria!
Y yo…
Así como se saborea una fruta
te besaba eternamente...
Con mis labios un poquito aqui,
despacito por todas tus partes…
Monte, colinas, valle y tus llanuras.