
Los labios no saben
leer el dolor
que si reconocen los
ojos:
Y es demasiado tarde…
Porque ya han
herido.
Con el ltiempo y
mis des tiempos
aprendí escribir
lo que siento.
Entendí: Que el
“Quasar”
que más quema...
Es el primero en
morir.
Que no importan los “Black
Holes”
ni la lengua que
habla el “Enoquiano”.
Las etapas cierran
recuerdos
y solo queda una
muesca más,
en la culata del
fusil.
Su voz se hace en un
suspiro,
un anhelo que se
desliza entre
mis dedos mientras
la queja
del tiempo se disipa
de las sombras
con la luz que se
escapa bajo la puerta
y casquivana la
madrugada,
se acerca a besar mi
almohada
cómplice de mis
quimeras.
Se cuece y cuela al
dobladillo
del alma y encuentro
mil maneras
de hurtarle el
aliento al viento
y hacer que
convierta en verso
la voz escondida en
la tormenta
para decirle en mil
formas
al silencio que le
dice a la palabra:
Religión o pecado.
Su boca no puede
arrebatarme
el verbo latiente
dentro de las entrañas:
Una bocanada de
soliloquio...
En los rincones del
viento
hablando en:
Enoquiano.