Incomprensible esta suerte
mía de ser Dante sin Paraíso.
Hombre de treguas perdidas,
de cargar entre sus hombros
El Paraíso, El Purgatorio,
El Infierno...
De pedirle a la luna verbos
conjugados para escribir versos
en una oscura noche perdida
en la Andrómeda de la nada.
Sepultando sus heridas
en las cuevas de un desierto...
Espejismos de aguas secas.
Consagrándose únicamente
en cuerpo y alma a un canto
sin evocar vocablos sordos
al tiempo abordando mi espalda.
A evadir la busca inaudita
en el cajón de mis recuerdos...
Un suspiro para este pecho
en busca de algo que llevarse
a esta boca hambrienta de esperanza
y esperar sin nada en las manos.
Antedí todos mis sueños:
Mis anhelos deshacerse
al raspo de tu voz...
En el vacío eco de tus ofensas,
esperando el resto de un sueño
deshaciéndose en la mirada
cansado de oír el mismo canto.
Incomprensible esta suerte
mía de naufragar en cal y arena.
Águila sin alas, ni firmamento,
volé tan alto que mis alas
las quemo el Sol al cobijar
los costados del latir
de un alba rosa:
Tu oscuridad...
Tu arrepentimiento.