Llevas en el alma
el sabor de todos mis besos
deslizándose en ella.
De todas las palabras no dichas
y de tu indefensa agonía.
Llevas bajo tu pintado rostro
una falsa sonrisa dejando
disfrazada tu verdad oculta.
¡Irónica realidad perdida
en vanos intentos de sanar la herida!
Si, aquí estoy, venciendo tu traición,
rendido a ese amor inmaculado
que has despreciado.
¿Escuchas las cascadas de mis versos?
Ellos rugen, por cada desprecio
y entrega pues en ellos nacía un poema.
Callaba el poeta cuando decías amarle
y hablaba la pluma cuando a su ventana
en silencios se asomaba
la ausencia y en soledades
se adormecían sus ensueños.