Ámame, que te quiero
aquí conmigo.
No, no, no…
No quiero verte porque me atas,
me perturbas. Me enciendes.
Me empujas y me altero.
Despiertas con ira mis lujurias
incitándome a pecar.
No quiero oírte
porque tu voz me susurra
deseos atrevidos que me elevan
hasta alcanzar el éxtasis.
No deseo hablarte
porque mis labios al pronunciar
mis deseos se olvidarían
de la coherencia y derramarían
los gritos que provocas en mi
en cada orgasmo permitiendo
salir la gula, la avaricia
y toda el ansia
que tengo por ti.
Aun así…
Te amo.
Y te quiero conmigo.