Te escribo
hoy un poema.
Uno solo.
Convertido en las hojas
de mi diario.
Al nombrarte
arrancaba de mi piel
todas tus huellas,
en estrellas de tus ojos...
Todas ellas se perdían
en el cielo azulejo de la noche.
Al pensarte…
Se cerraba nuestra
historia ya olvidada.
¿Quién mañana llorará
por mi poema?
¿Quién mañana
sonreirá por los recuerdos?
Al amarte…
En mis sueños
habitaron fantasías,
cisnes blancos mágicos
y mil versos sonrojados
que quedaron en las lunas
azules de mis manos.