En este vuelo de ave sin alas
aletea mi silencio que inquieto
palpita en la soledad del pecho.
Allí, escrutado entre el ocaso
y el alba. Entre la luz y la oscuridad
del tiempo perdido...
En estos versos de Eurípides,
hijo y guerrero del olvido...
con sus labios sedientos
Súcubas se ensacan a tus deseos.
Arroyuelos de otoño con vástigas
corrientes de aire invernal.
Aludiendo al canto de tal voz
de arena que raspan
las cuerdas vocales del llanto
incrustada en el alma llegando
a las umbra de mis espacios
para encontrar esa alegría
que infinitamente acaricia el suspiro
de sus labios caminando lentamente
a los contornos de sus senos blandos.
Basta ya, basta ya. En los risueños
sueños me encapoto al recuerdo
entre el lecho entre tinieblas...
Canto:
Basta ya, basta ya...
Basta!
Suspiro y despierto.