Sabe
que hizo votos
pero
con el deseo no pudo
y por
ello los ha roto...
Jura
que no lo hizo adrede.
Se
despojo del sayo buscando
el
goce prohibido de un orgasmo
mirándose
de soslayo imaginando
el tallo erguido enrojecido.
Posó
su mano en su sexo
friccionando
suavemente,
mirando...
Lo cóncavo
de su caverna
donde escondía su humedad...
¡Disimuladamente!
Aleluya
Oh Cristo de Atalaya
pues gozó en la gloria...
Un orgasmo divino.
Se masturbaba
en el blanco sofá
de la
sala y a murmullos
decía:
Tómame, soy tuya
a un
Amén de benedictinas.