
Dejaste de ser...
Dejaste de
ser sueño.
No encuentro
la forma
que brote de
esta boca...
Lo que fue
su aliento
ausente bajo
los párpados.
Vano horizonte
de plata
y luna
menguante pretendiendo
aparentar luna llena.
Dejaste de
ser...
Pulso en la sangre
del tiempo y
por entre
los dedos...
El último
murmullo
de este
corazón vástago.
Te escabulles
como el agua...
Vida sin
pausa
a su
indómito cárcavo.
Dejaste de
ser..
Y me deje ir
a lo
indiferente
de estar sin
ti.
Ausencia
absoluta...
De todo lo
que fue
y este pecho
abarcara.
No queda, nada...
Tanto aire
llena el cárcavo...
Que dejo
entre el tejido
de venas ese
iluso sueño
que
ahogándose en viento
la voz se le
cercena
a labios tenebrosos.
Tiene un
deje de arena
esa voz ronca
en la
garganta muda,
esa ausencia
absoluta.
Nada, no
queda nada...
Y su nombre
en mi boca,
hijo parido
del tiempo
y su verbo
en el vientre.
Exigua
hambre de loba
que en lo
convulso
del anhelo
la fiera...
No hinca los
colmillos
queriendo
arrancar
la esperanza
que bajo
la piel le
perdura a su
vida de
desventuras,
tras desaventuras, tras desventuras
con vano huero
en sus ojos...
Y entre sus
dedos se cuela
el polvo de
la historia.