Tantas veces negué lo
cierto...
Poniendo la mano en las
brazas
que, aun sintiendo
ardor en el alma,
en una hoguera de insultos.
Repudie tu verbo interno
siendo
mi fe ciega al destino y camine
bajo montañas de cristales
rotos
sin importan que sangraran
mis llagas
por mendigar un
pedazo de tu azulado
cielo negando a mis
ojos el calor
del intento
idolatrado y tus altares
donde mantener una
vela encendida
desde esta soledad
cansada de tus credos
echaron por tierra todos
mis sueños.
Fue tu nombre gloria
bendita y pan
en mi vientre
hambriento para
devorar silencios y soledades.
Agua en mi garganta
sedienta
llena de tus palabras
de cera...
Sentir destierro en
el desierto...
¿Dónde se esconde mi paz
en la montaña
en este enjambre de sombras
silentes
que se ciernan sobre mis
huesos dolientes
rotos sin sueños y
tiempos sin velo...?
Para poder perdonar
hay que pagar deudas
que
por milenios has sepultado en tu vientre.